Cosmética sostenible para Dummies Vol. II
- Be Earthy
- 3 jul 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 jul 2018
En la época del marketing y la nomenclatura para diferenciar conceptos aparentemente idénticos es fácil caer en errores llegando a no entender lo que consumimos y, lo que es peor, consumir aquello que no deseamos.
Las tres claves para identificar qué estás comprando son:
El porcentaje de ingredientes naturales que lo compone.
El sello de certificación que lo avala.
Las normas para conseguir dicho sello.
Así que a partir de ahora vamos a empezar a ser de esas personas que se ven en los pasillos de los supermercados dándole la vuelta a todo lo que cogen.

Es más sencillo aprender a diferenciar si los conceptos de base están claros.
Sostenible
Abraza un ámbito socioeconómico y medioambiental, centrándose como criterio principal en el bienestar de las personas desde cualquier prisma.
Ecológico
Son los alimentos que su crecimiento y producción no están alterados por ninguna intervención artificial como los productos pesticidas y fertilizantes. Aprovecha únicamente las condiciones propias del medio.
Biológico
Aquello que es popularmente conocido como bio, atiende a los alimentos que no han sido manipulados geneticamente.
Orgánico
Responde a la no utilización de productos químicos durante el desarrollo del alimento. Esto no indica que todo lo orgánico sea biológico, porque nos podemos encontrar ante casos de alimentos que sí han sido manipulados geneticamente pero no han utilizado ningún tipo de fertilizante o pesticida durante su cultivo.

Una vez aclarado lo imprescindible, para ser considerado cosmética natural todos sus productos tienen al menos un 95% de ingredientes naturales, además de necesitar como mínimo un 5% proveniente de la agricultura ecológica. Si se quiere certificar como cosmética ecológica, la cantidad de ingredientes provenientes de la agricultura ecológica aumenta a un 10%.
En cuanto a la cosmética biológica, el 95% de sus ingredientes debe ser de origen vegetal, y de todos ellos al menos un 10% procedentes de la agricultura biológica.
Aunque el porcentaje puede variar en función del sello de certificación, un punto a destacar es que no todos los ingredientes pueden ser certificados como ecológicos o naturales como es el caso del agua, minerales o sales. Por eso, sólo un aceite esencial, que es carente de agua, puede ser un producto 100% ecológico.
No deberíamos olvidar que el packaging debe ser coherente a la filosofía de la empresa, por lo que su repercusión negativa sobre el medio ambiente debería ser mínima. Además se requiere que en la composición sintética de los ingredientes no se incluyan siliconas, parabenos ni perfumes sintéticos.
Ahora sólo queda asimilar todo este batallón de información, filtrarlo y llevarnos la sillita de la playa allá donde sea que compremos nuestros cosméticos para que la lectura se nos haga más amena.
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