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Secuelas del mar de plástico

  • Foto del escritor: Be Earthy
    Be Earthy
  • 3 ago 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 31 ago 2018

Hay que ver qué a gusto nos comemos las ensaladas en invierno, son muy sanas, con su tomate, su pepino… Pero, si nos paramos a pensar, ¿son sanas para el medio ambiente? Querer consumir todo tipo de productos a lo largo de todo el año, incluso fuera de temporada, tiene un precio muy caro y no nos referimos al monetario, sino a la huella ecológica.


El colectivo Le Tatou, mediante su documental de 8 minutos, nos muestra las consecuencias tan perjudiciales de tener acceso a este tipo de productos como son la contaminación de sus acuíferos y la generación de toneladas de residuos plásticos.



Almería es una zona de España que se ha especializado en el cultivo bajo invernadero para poder obtener frutos como tomates, pepinos y legumbres a lo largo de todo el año. Pero, por desgracia, este sistema de cultivo es altamente contaminante.


Por un lado, al ser una zona de escasas precipitaciones (228 mm en todo 2017) y haber una elevada demanda de agua en una región árida, tienen que abastecerse de la capa freática mediante pozos (muchos de ellos ilegales) así como de las desalinizadoras, cuyo residuo es una salmuera que es vertida de nuevo al mar elevando la concentración de sal y dañando especies marinas tan importantes para el ecosistema como la posidonia.


Otro de los focos de contaminación es la enorme cantidad de plástico generado. En Almería hay 31000 hectáreas que se realizan bajo plástico. Estos deben ser reemplazados de manera habitual. Algunos llegan a tener una duración de una sola campaña. Esto se traduce en 18000 toneladas de plástico para invernadero que se producen al año, de las cuales 12000 son recicladas para realizar nuevas cubiertas o materiales como cajas para fruta y maceteros. Pero las 6000 toneladas restantes son abandonadas a los márgenes de las plantaciones a su suerte, son arrastradas por el viento a largas distancias y termina, en muchas ocasiones, en el fondo marino.


Y, por último, hay que destacar la elevada huella de CO2 derivada de la exportación de estas frutas y hortalizas al resto de Europa. Para hacernos una idea de estas emisiones de CO2, podemos usar la calculadora que nos propone la asociación Amigos de la Tierra.


Como consumidores tenemos una gran responsabilidad y poder para lograr cambiar este sistema de producción donde los que salen beneficiados no son los agricultores, sino las grandes superficies.


Consume fruta de temporada y de proximidad para cambiar el mundo.

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